viernes, 21 de octubre de 2011

Ruido de fondo

Antes de abrir los ojos por la mañana, después de sonar el despertador, en ese momento de disfrute pensando “ahora me levanto”, ya escucho al vecino de al lado ducharse, pues la pared de su cuarto de baño linda con la de mi dormitorio.
Cuando voy al cuarto de baño a lavarme la cara y despertarme, escucho a los vecinos de arriba tirar la cisterna, etc.
Voy a la cocina a ponerme el café… creo que en ese momento no escucho nada.
Después, mientras hago mi yoga matutino, escucho al vecino que se duchó, coger el ascensor.
Mientras desayuno, escucho a los de arriba desayunar también, arrastran sillas, las niñas se van al colegio, les escucho.
Al rato me siento a trabajar y con la ventana abierta, creo que todos los ruidos vienen a mí.
A las nueve suena la sirena del colegio que está cerca, que por la disposición de los edificios de alrededor hace que la acústica sea “muy buena”, y parece que la tocan dentro de mi casa.
Arriba limpian y arrastran muebles.
Los vecinos, mientras esperan el ascensor, hablan, les escucho, aunque yo esté al otro lado de la casa.
Escucho a la vecina de arriba pero de la puerta de enfrente, que llama a grito pelado desde su ventana a su amiga que vive en el edificio de enfrente, que éste puede estar a unos 150 metros o más, no exagero. La amiga se llama Miriam, pero mi vecina le llama Miri, le pregunta por el hijo, o a qué hora quedan después, etc, etc.
Durante la mañana, suena el portero, que normalmente no es para mí.
Escucho al vendedor ambulante: “¡¡¡Vamos que nos vamos, hoy traigo melocotones, naranjas, patatas, higos!!!”
En contadas ocasiones escucho también al afilador, que siempre me recuerda a mi infancia, cuando escucharlo en la calle era más habitual.
De nuevo la sirena del colegio que anuncia el recreo a las 12h, y se escucha como una bandada de gritos y risas de niños durante media hora, que vuelven a las clases, previo aviso de la sirena, claro.
También escucho la clase de gimnasia, hoy ha sido “¡tenéis que llegar hasta la raya amarilla!”, y el silbato que no se me olvide, también lo escucho.
De repente muchas voces en el rellano que me hace pensar que hay bronca, otra vez, no sé qué ha pasado ya ni me levanto.
A las 14h, sirena, los niños salen del colegio, y mis vecinas salen también y al poco tiempo llegan a casa, les escucho.
Y se ponen a comer y arrastran sillas.
Los vecinos de enfrente que no hablan, gritan, familia de 5 miembros, el más pequeño de unos 6-7 años (asalvajado completamente). Por supuesto les escucho.
Escucho la palabra mamá de la boca de ese niño decena de veces al día, y pelearse por los juguetes que quiere llevarse a la calle, pero que cargue con ellos la madre, casi todos los días.
La puerta del garaje del edificio de enfrente emite un sonido que me resulta un poco inquietante.
Y de fondo muy de fondo, una música que sale de los altavoces que tengo a 50 cm de mis oídos. Lo que más cerca tengo, más lejos lo escucho.
Todo esto en una mañana, durante la tarde hay más de lo mismo pero con otras modalidades.
Durante todo el día los bajantes de agua, es algo habitual.
Las niñas de arriba que se pelean. La madre cuando me ve me pregunta “¿te molestan mucho las niñas?” y yo sonrío y le digo “les escucho, pero es inevitable”, es la única vecina que se salva del bloque, qué le voy a decir.
A los de enfrente, les escucho constantemente.
Después de todo esto que puede resultar tan molesto, que lo es, no sé cómo, consigo aislarme y centrarme en lo que tengo que hacer, llega un momento que no escucho nada, me refiero a que no me molesta, es como un ruido de fondo permanente.
Lo consigo habitualmente, la costumbre, supongo, y porque no tengo más remedio, si no, me volvería loca.
Escribiendo esto me he acordado de una canción de Miguel Ríos que viene que ni pintado, “El ruido de fondo”, aunque él dice que lo agradece sinceramente, yo no diría tanto.
Después me he acordado de otra canción de la infancia referente al ruido, no pongo de quiénes son, casi me caigo de la risa al ver el video:
Si llega un momento en que no escuche nada mientras estoy en mi casa, pensaré que ha pasado algo.

jueves, 13 de octubre de 2011

Soy una naranja entera

Me gusta coleccionar citas.
Cuando digo citas me refiero a frases, que dichas por gente conocida, de algún modo han perdurado, y algunas te sirven para reflexionar.
La frase de la foto me la encontré en facebook, la compartí en mi muro, y la verdad, tuvo éxito.

 

Y la verdad, qué cierto.
Cuántas veces hemos oído o dicho eso de “mi media naranja”. Como si fuéramos una mitad y hasta que no encontramos nuestra supuesta otra mitad no estamos completos, y por consiguiente, no somos felices. Y nos pasamos media vida buscando sin saber dónde y con esa sensación de querer ser felices y llegar al bienestar, pero solo cuando tengamos nuestra otra mitad.
Si esta idea la extrapolamos al resto de ámbitos en la vida...
Nos hacen creer que hay que seguir una serie de pautas en nuestra vida, en la que tenemos que tener pareja, casarnos, tener hijos, tener un buen trabajo y de éxito, una casa cuanto más grande mejor, un coche último modelo, y más cosas, y cuando tengamos todo esto, por fin, seremos felices.
Vamos, una carrera de toda una vida, para alcanzar algo al final. Qué cansado ¿no?
Y mientras tanto ¿qué?
Yo puedo contar que estoy aprendiendo y a ser consciente de todo lo que tengo, pero también de todo lo que no tengo, y que eso no sea una carga. El pensar  “cuando tenga esto…”, “cuando sea lo otro…” va minando. Y no disfrutas. No se trata de resignarse, para nada, se está abierta a todas las posibilidades, pero mientras tanto, esas carencias no me van a impedir estar feliz.
Simplemente estoy aprendiendo a aceptar, primero como soy, y segundo, a valorar lo que tengo, que es mucho, y tercero, a ser consciente de lo que me falta, pero aun así, tiro para adelante, no me impide hacer cosas, viajar, tener una sonrisa, relacionarme, estar bien, etc, etc.
No tengo ni idea si la frase la dijo realmente John Lennon, pero nacemos enteros, no somos mitades, yo por lo menos no.
Yo soy una naranja entera.

domingo, 9 de octubre de 2011

Vienen a mí

Tengo premoniciones.
En cualquier momento, da igual lo que esté haciendo, con quién esté, o el lugar, me viene un pensamiento, el que sea, y a los pocos segundos ocurre.
Es algo fugaz, un segundo, quizás menos, y al momento ocurre.
Me ha pasado a lo largo de muchos años, no es reciente, me llegó a pasar tan a menudo que empecé a escribir en un cuaderno las premoniciones que tenía. Lástima que no lo encuentro.
No es algo voluntario, si lo fuera, ya hubiera imaginado que me tocaba el gordo de navidad, y tendría la vida resuelta, pero no se ha dado el caso.
Ejemplos: tararear una canción, poner la radio y estar sonando esa misma canción; imaginarme que me encuentro con una persona en concreto por la calle, y al doblar la esquina encontrármela; estar en una conversación y pensar algo que decir, pero no lo digo, y alguien comenta lo que pienso; lo último ha sido que estando en un bar vi a un grupo de personas que se iban a hacer una foto, imaginarme que yo la hago, y decirme a los 2 segundos, ¿te importa hacernos una foto?
Cosas así.
Me han dicho hace poco que eso es la ley de la atracción, no lo tengo muy claro, tendré que investigar a ver de qué va esto.
El caso es que me divierte y siempre me llama la atención, nunca adivino que puede que lo que se me pasa por la cabeza pueda ocurrir, porque pasa tan rápido, que no soy consciente, no me da tiempo a planteármelo.
Por eso digo que vienen a mí, algo que va a ocurrir, antes viene a mí en forma de pensamiento, pero nunca, nunca, lo adivino. No me da tiempo, ocurre en seguida.
Tampoco quiero darle una explicación, no porque no la tenga, sino porque no me importa que la tenga o no.
Por eso cuando ocurre, siempre digo, vienen a mí!

domingo, 2 de octubre de 2011

Pastel de zanahorias

Me gusta cocinar.
Es algo que siempre me ha gustado, pero últimamente me gusta más el hecho de cocinar algo y compartirlo, sobre todo los bizcochos y magdalenas.
No soy para nada de estar todo el día cocinando e invitando a gente a comer, simplemente me gusta cocinar recetas que veo que me resultan atractivas, y ésta, de que la voy a hablar me llamó la atención desde el principio.
La hice por primera vez anoche y gustó bastante.
PASTEL DE ZANAHORIAS


Ingredientes:
          500 grs de zanahorias
          100 grs de azúcar
          3 huevos
          1 cucharada de maicena
          Canela en polvo (una pizca)
          1 clavo
          1 taza de vino dulce
          50 grs de almendra fileteada
          1 cucharada de mantequilla
          3 cucharadas de caramelo (para decorar)

Elaboración:
o   Cocer durante 5 minutos las zanahorias ralladas.
o   Mezclar  los huevos y el azúcar.
o   Agregar la maicena, el clavo, la canela y las almendras.
o   Añadir las zanahorias y el vino dulce.
o   Engrasar el molde y colocar en el horno durante 8 minutos a máxima potencia. (Yo lo puse a 180ºC, 15 minutos).

¡Que aproveche!

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