Me gustan los mandalas.
No he sabido lo que eran exactamente hasta hace bien poco.
Una amiga me comentó que se colorean, y que eso es como una meditación activa. Interesante, pensé.
Empecé a investigar en internet, y a leer lo que significan en sí, lo que significan los colores, las formas, de dónde proceden, etc.
Descubrí que hay libros con mandalas para colorear, como los cuadernos que utilizaba de niña, pero con dibujos infantiles, cosa que me encantaba. Busqué en librerías por internet para ver qué libro me podría comprar. Pero me topé con varias webs donde se podía descargar e imprimir mandalas para colorear, y se me abrió el cielo.
Me hice con una caja de rotuladores de 24 colores, y más contenta que nada me puse a imprimir y colorear mandalas.
Rojo, azul, naranja.
No pienso en qué colores pueden quedar bien, si no, qué colores me apetecen usar.
Verde, amarillo, morado.
Lo bueno que tiene que es que un mandala puede tener muchas combinaciones de colores, ¡y todas válidas!
Según me salen, así se quedan. Y me encantan.
Negro, rosa, marrón.
A algunas personas les relaja y les ayuda desconectar pintar, hacer sudokus, hacer punto de cruz, salir a correr, infinidad de aficiones, a mí, entre otras cosas, me gusta colorear mandalas.
Me relaja, me desconecta, disfruto, sonrío, desarrollo mi creatividad, no pienso en nada más que en colores, y voy rellenando los huecos en blanco, y completando hasta terminar. Algunos me llevan 40 minutos, otros los tengo que hacer en más de dos horas, depende del dibujo y las superficies.
Una vez coloreados, según he leído, con la observación de un mandala llegas a un estado de relajación. La verdad, yo me he quedado con el simple hecho de colorear.
Y cada vez me gusta más.
PD: Gracias Pili.
No hay comentarios:
Publicar un comentario