No recuerdo muy bien, pues soy pequeño, pero me encontraba debajo de un coche, con mucho frío, asustado y con hambre.
Una señora me dio algo de comer, le pedía que me llevara con ella, pero no lo hizo.
A la mañana siguiente, a la luz del día, pasaban personas cercas de mí, les pedía ayuda y nada, me miraban, pero no me hacían caso. De vez en cuando pasaban también perros, me asustan mucho, y me escondía.
Al rato pasaron otras personas, que al oírme pedir ayuda se acercaron, y empezaron a hablar entre ellos, no les entendía muy bien, yo solo quería que me cogieran y me abrigaran. Me acerqué a ellos, y parecían que no sabían muy bien qué hacer. Luego llegaron otras personas, hablaron, y por fin una de esas personas me cogió, y ya me sentí salvado.
Me llevaron a una casa, y allí había otra persona, que ahora se ha convertido en mi mejor amiga, y con la que vivo desde hace algo más de dos meses.
Me dejaron con ella, me dieron comida, pero no me gustaba, me limpiaron con toallitas y debatieron qué hacer conmigo, pero yo ya sabía que había encontrado un nuevo hogar.
Me alegro de que me quitaran el collar, pues me apretaba.
Los días son más o menos iguales. Me da de comer por la mañana, después de darme los buenos días, me acaricia, cosa que me encanta.
Después juego con ella, con mi amiga, pues me gusta mucho que me haga rodar pelotas de papel de plata, tengo varias de varios tamaños, corro detrás de ellas, me gusta, pues puedo cogerlas con la boca. Siempre se acaban perdiendo debajo del sofá, y cuando ya no tengo ninguna con que jugar, mi amiga coge un palo, se tira al suelo y me saca las pelotas. Esto lo hace rechistando, pero qué quiere, si son pequeñas y se cuelan debajo del sofá…
Aquí estoy con mis pelotas con las que me gusta tanto jugar
Muchas veces está sentada en una silla delante de una pantalla, yo me acerco con mi carita buena, y subo mis patas delanteras, y le pido que me coja. Al final lo hace y me tiene en su regazo un rato, y miro la pantalla de tantos colores y que se mueve tanto, me entretiene mucho, giro mi cabeza y le miro, y ella a mí también, y me habla, por el tono de voz creo que ella está a gusto, pero yo más. Me he llegado a quedar dormido en sus piernas.
No entiendo a veces porqué si me coge, otras veces no lo hace, me aparta con su brazo, y yo lo intento, y me aparta, y lo vuelvo a intentar, y me aparta otra vez, y así hasta que entiendo que no quiere que me suba y me pongo en la camita que ella pone al lado. Así por lo menos estoy cerca de ella. Pues no me gusta estar solo.
No me deja entrar en la cocina, pero yo lo hago, y me riñe, por el tono de voz entiendo que se enfada mucho, pero es que huele tan bien, que no puedo resistirme.
Tampoco me deja entrar en su habitación. Una vez se dejó abierta la puerta y entré, y vi una cama muy grande y me subí. Cuando me vio, entendí otra vez por el tono de voz, que eso no debía hacerlo, se enfadó muchísimo. ¡Qué carácter!
El cuarto de baño es otro sitio al que no puedo entrar, pero mientras se lava los dientes deja la puerta abierta y me quedo ahí en el umbral, y le observo y ella se da la vuelta, me mira y sonríe.
Tiene una ventana grandísima que llega al suelo, jamás he visto nada parecido, y desde ahí puedo ver la calle, las personas pasar, los coches que tanto miedo me dan, y los pájaros volar. Ella me pone una alfombrita para que no pase frío, pues me paso mucho rato mirando a través de esa ventana, cosa que me encanta. Y como paso tanto tiempo ahí, de vez en cuando mi amiga deja lo que está haciendo y va a ver si sigo. Creo que me vigila.
En mi habitación también tengo una pequeña ventana por donde mirar. Y es lo que normalmente hago cuando ella sale durante el día, pues me deja encerrado en la habitación, creo que todavía no se fía de mí. Ya poco a poco me voy acostumbrando, pues como he dicho antes, no me gusta quedarme solo.
Estos días está haciendo mucho frío. Yo lo estoy pasando un poco mal. Tiene mi amiga unos aparatos que desprenden calor y yo me acerco a ellos, pues estoy a gustito, ella me acerca mi camita y me acuesto, y me quedo adormilado cerca del aparato.
Tiene una mesa con una ropa, y debajo, algunas veces, cuando le da a un botón también hace mucho calorcito, es el mejor sitio donde estoy estos días. Pero llega un momento que de tanto calor que siento, tengo que salir, y tumbarme en el suelo frío, porque ya no aguanto más.
La comida es otra cosa de la que quiero hablar. Al principio me daba una que me sentaba mal, luego me dolía la tripa, y uff se me soltaba el vientre. La cambió y ya estoy mejor, aunque me gustaría mucho que me diera a probar la comida que mi amiga hace para ella.
La comida es otra cosa de la que quiero hablar. Al principio me daba una que me sentaba mal, luego me dolía la tripa, y uff se me soltaba el vientre. La cambió y ya estoy mejor, aunque me gustaría mucho que me diera a probar la comida que mi amiga hace para ella.
Tengo que decir que me gusta mucho cuando me coge en sus brazos, y me acaricia, y me abraza y me habla bajito, no le entiendo muy bien, pero sé que me dice cosas bonitas. Nos miramos mucho. Y ronroneo lo más fuerte que puedo para que ella se dé cuenta de que no quiero que me suelte. Esos momentos son los mejores.
Mi punto débil es detrás de las orejas, me encanta cuando me acaricia ahí. En el fondo sé que le gusto.
Tengo que decir algo de mi amiga, y es que algunas veces me preocupa, y mucho, pues de vez en cuando se pone en el salón, me mira, y se pone a mover las piernas, los brazos y la cabeza, de fondo escucho ruido, no sé si es música. Yo es que soy bastante tranquilo ¿sabes?, y cuando la veo moverse de esa manera, sin sentido y sin parar durante unos minutos, pues, no sé qué pensar. Ella se ríe, pero a mi me preocupa.
Me encantaría salir a la terraza, pero siempre tiene la puerta cerrada, supongo que por el frío. Espero que cuando haga mejor tiempo pueda salir, pues me encanta explorar.
La semana pasada hubo un día que lo pasé muy mal. El peor día de mi vida.
El día empezó normal, como todos, pero en el salón había algo nuevo. Una caja con ruedas y rejas. Curioso que soy, me metí y no me dio tiempo a reaccionar, me cerró la puertecita que tiene, y no podía salir. Me asusté mucho, pues no me hacía ninguna gracia estar ahí metido. Le pedí que me sacara, pero no lo hizo.
Salimos de casa y me metió en un coche, y al ponerlo en marcha casi me da algo, ¡es peor que una montaña rusa!
El coche se movía tanto, para todos lados, que me asusté muchísimo, y me da vergüenza decirlo y admitirlo, pero me hice pipí y caca. Me resbalaba, me estaba ensuciando y el coche no paraba de moverse. Mi amiga me decía cosas para tranquilizarme, pero yo lo que quería es que me sacara de ahí cuanto antes.
Luego me llevó colgando de esa caja, que más tarde me enteré que era un trasportín, a un sitio donde había otros animales. Por fin me sacaron de él en una habitación, me limpiaron, y una persona con guantes no paraba de tocarme. Me limpió lo oídos, me tomó la temperatura, me pesó, me cortó la uñas. Creo que dijo que no llego a los dos años. Mi amiga me acariciaba y me hablaba bajito, pero yo estaba tan asustado y enfadado con ella, que no sabía muy bien si perdonarle.
Me volvieron a meter en el trasportín y me volvieron a meter en el coche, y otra vez la montaña rusa!!!! Y más vergüenza me da aún decir que me volví a hacer pipí y caca, aunque esta vez me pusieron una mantita debajo, por lo menos no estaba tan mojado. El coche no olía muy bien, la verdad.
Llegamos a casa, por fin!!! Al poco rato llegó una de las personas que me encontraron el primer día, y me llevaron al cuarto de baño, sitio prohibido para mí, y no entendía nada.
Me cogieron de tal manera que no me podía mover, me iban a bañar!!!! Qué mal lo pasé también. No paraba de decirles que me dejaran tranquilo, que ya me limpiaba yo, que yo sé, pero qué va, no me dejaban.
Cuando terminaron me envolvieron en una toalla, me secaron, y me dejaron en mi habitación con ese aparato que desprende calor, y por fin estuve tranquilo. El sufrimiento se acabó. Aunque intuyo que habrá más veces, y lo temo mucho.
Mirando la pantalla, repasando la entrada del blog
Ah! Un día hubo muchas personas en casa, y me asusté, y niños incluso que querían jugar conmigo y no paraban de mirarme, se acercaban mucho, me agobié y me quedé debajo de la cama, menos mal que no me dieron mucho la lata. No estaba acostumbrado, en mi vida había visto a tanta gente junta!
A mi amiga le gusta mucho leer en esa pantalla, y en relación conmigo, esto, le gusta mucho:
Creo que me llamo Chico, pues es lo que más repite cuando me busca.
En fin, esto es todo lo que recuerdo de mi nueva vida con mi amiga. Creo, si no me equivoco, que se llama Amparo, y aunque ella no lo sepa, me quedaré con ella, lo sé, intuición gatuna.
Chico
Amparo, me encanta lo bien que escribe tu gato...es genial, jajajajaja
ResponderEliminarSí, a mí también. Tengo un gato superdotado, jeje.
ResponderEliminarAmparo, además de tocayas (mi nombre viene de maria amparo), veo que compartimos nuestro amor por los gatillos, y si son "homless", más...
ResponderEliminarMorfeo comparte todo lo que escribe Chico, es más, me pide que cuente que para él, también es un trauma tremendo los viajes en coche, le supone pasar varios dias enfadado conmigo y pensando cómo no volver a pasar por el mismo trauma otra vez...
Me quedo por aqui para no perdernos nada, ni Morfeo, ni yo...
Un besito,
Marian
Pues somos tocayas 100%, jeje.
EliminarGraciasssss.
Besosssss.