miércoles, 26 de septiembre de 2012

Carta de un niño/a a todas las familias del mundo

No me des todo lo que te pido. A veces solo pido para ver cuánto puedo coger.
No me grites. Te respeto menos cuando lo haces; y me enseñas a gritar a mí también. Y yo no quiero hacerlo.
No me des siempre órdenes. Si en vez de órdenes, a veces me pidieras las cosas, yo lo haría más rápido y con más gusto.
Cumple las promesas, buenas o malas. Si me prometes un premio, dámelo; pero también si es un castigo.
No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o mi hermana. Si tú me haces sentir mejor que los demás, alguien va a sufrir, y si me haces sentir peor que los demás, seré yo quién sufra.
No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer. Decide y mantén esa decisión.
Déjame valerme por mi mismo/a. Si tú haces todo por mí, yo nunca podré aprender.
No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que lo haga por ti, aunque sea por sacarte de un apuro. Me haces sentir mal y perder la fe en aquello que me dices.
Cuando yo hago algo malo, no me exijas que te diga el por qué lo hice. A veces ni yo mismo lo sé.
Cuando estás equivocado/a en algo, admítelo y crecerá la opinión que yo tengo de ti y así me enseñarás a admitir mis equivocaciones también.
Trátame con la misma amabilidad y cordialidad que tratas a tus amigos/as. Que seamos familia no significa que no podamos ser amigos/as también.
No me digas que haga una cosa cuando tú no la haces. Yo aprenderé lo que tú hagas. Aunque no me lo digas. Pero nunca haré lo que tú digas y no hagas.
Cuando te cuente un problema mío no me digas "no tengo tiempo para bobadas", o "eso no tiene importancia"... Trata de ayudarme y comprenderme.
Y quiéreme y dímelo. A mí me gusta oírtelo decir, aunque no creas necesario hacerlo.


Firmado: TU HIJO/A.



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